Catedral Metropolitana de Managua
Inmaculada Concepción de María
Entre los templos de la Diócesis , el lugar más importante corresponde a la Iglesia Catedral , que es signo de unidad de la Iglesia particular, lugar donde acontece el momento más alto de la vida de la diócesis y se cumple también el acto más excelso y sagrado del munus santificando del Obispo, que implica juntamente, como la misma liturgia que él preside, la santificación de las personas y el culto y la gloria de Dios. La catedral es también signo del magisterio y de la potestad del Pastor de la Diócesis , como signo de unidad de los creyentes en aquella fe, que el Obispo anuncia como pastor de la grey. El Obispo ha de proveer para que las celebraciones litúrgicas de la Catedral se desarrollen con el decoro, el respeto de las rúbricas y el fervor comunitario que son apropiados a aquella que es madre de las iglesias de la Diócesis. Por tanto, la Iglesia Catedral se ha considerado con razón el centro de la vida litúrgica de la Diócesis.
La Iglesia Catedral por la majestad de su construcción, es signo de aquel templo espiritual, que se edifica en las almas y que resplandece por la magnificencia de la gracia divina, según dice el apóstol Pablo: “Vosotros sois templo de Dios vivo”. Además debe ser manifestación de la imagen expresa y visible de la Iglesia de Cristo que predica, canta y adora en toda la extensión de la tierra. Debe ser considerada ciertamente como imagen del Cuerpo místico de Cristo, cuyos miembros se unen mediante un único vínculo de caridad, alimentados por los dones que descienden como el rocío del cielo.
Es bueno, por lo tanto, inculcar en el ánimo de los fieles, por los medios más oportunos, el amor y la veneración hacia la Iglesia Catedral. Para esto es muy conveniente la celebración anual de su dedicación, como también las peregrinaciones que los fieles, de las diversas parroquias realicen para visitarla con devoción.
La Catedral de Managua
En diciembre de 1972, la catedral de Managua fue destruida por un terremoto que devastó toda la ciudad capital. Desde ese momento se utilizó como catedral un pequeño templo situado a 10.30 kms. del centro de la ciudad, Las Sierritas de Santo Domingo. Las grandes celebraciones litúrgicas se realizaban en templos de mayor capacidad, como también en gimnasios acondicionados para dichas celebraciones.
Luego que en la capital ya se han levantado varios templos, el Señor Arzobispo Cardenal Miguel Obando Bravo, ante el clamor del Pueblo de Dios de la necesidad de tener una Catedral, luego de tocar puertas e instituciones para conseguir ayuda, por el año 1991, con el apoyo del Cardenal Law (Boston), del Señor Monaghan, conseguido el terreno y el aporte de los Fieles, se da inicio a la construcción de la nueva Catedral Metropolitana, labores que duraron varios años. Se concluye lo que es el templo y se realiza su Dedicación el 4 de septiembre de 1993. El diseño es obra del Arquitecto Mexicano Ricardo Legorreta y la construcción la realizan empresas y obreros nicaragüenses.
Su estructura
Lo primero que sorprende al mirar en su conjunto el imponente edificio de la Catedral , es que no está orientada de occidente hacia oriente, sino de sur a norte. Desde la más remota antigüedad el hombre dirigía su rostro, al orar, hacia oriente. La palabra “orientación” nos dice cómo prevalecía la influencia solar en las direcciones humanas. Pero en la Catedral de Managua, la orientación no la da el astro Rey ni la geografía, ni la historia, sino el altar donde Cristo desciende para su cita con el hombre, donde se renueva su sacrificio redentor y se predica su palabra. El diseño del templo, mantiene desde todos sus ángulos la importancia y la concentración de la atención en el altar. El altar es el motivo y el eje de todo el vasto edificio. Su piedra angular.
El techo: un monumento a la unidad.
Otra originalidad que ofrece la Catedral es, en su techumbre la asamblea barroca de pequeñas cúpulas-linternas escalonadas que contrastan… en un juego o ritmo tropical de curvas… con el predominio de la línea recta y de las formas sobrias y estilizadas del resto del edificio.
Es verdad que la cúpula-linterna es un elemento que tiene amplia tradición en las catedrales de América, pero en el techo de la Catedral Metropolitana de Managua, como un múltiplo de los números bíblicos 7x9, vemos sesenta y tres cúpulas con linternas que vienen a ser la representación simbólica de todas las parroquias de la Arquidiócesis , en un nuevo concepto de comunidad eclesial, pero con la autoridad sobresaliendo en el centro simbolizando al Obispo, como sucesor de los Apóstoles y supremo responsable de la unidad católica de esta Iglesia. La Catedral es vista por fuera, como una inmensa estatua de las Iglesias unidas en la solidaridad y hermandad de un solo espíritu y bajo el cayado de un solo pastor.
Ingreso a la Catedral
Para ingresar a nuestro templo madre, encontramos una doble entrada: Física y Espiritual. Ambas entradas están en el costado sur. Y así vemos en el centro la gran puerta de seis metros de alto que nos ofrece grabada en relieve con la mayor complicidad y majestad, una Cruz, el signo del Gran Rey, el signo que contiene en síntesis todo el credo del cristiano. La Cruz es la puerta y la llave de la puerta. Al lado derecho de ésta tenemos otra puerta pequeña, también de ingreso a la nave central.
En la parte extrema derecha, en el mismo costado sur, hay otra puerta, “ La Puerta Santa ”, inaugurada el 4 de septiembre del 2007, iniciando un Año Santo, para conmemorar los 15 años de nuestra Iglesia Catedral (4 de septiembre del 2008), por allí se penetra en espíritu y verdad a la Iglesia de Cristo: es el domo del Baptisterio: una gran roca de mármol nicaragüense, con una pequeña pileta, cavada y pulida en su cima, recoge el agua para los bautismos.
La nave central y el Presbiterio
Al traspasar la gran puerta de madera, se abre ante nosotros un impresionante espacio de 9.5 a 24 metros de alto, 35 metros de ancho y 45 metros de largo, apoya en cuatro columnas centras, que significan los cuatro evangelistas y que tiene una novedosa estructura en cruz. Las cúpulas escalonadas, que miramos desde fuera en sorprendente juego de curvas, se han convertido adentro en 63 linternas de luz solar.
Con esa luz difuminada, propia para el recogimiento y la oración, vemos y sentimos que todas las líneas y ángulos de ese solemne espacio nos llevan al Norte místico de la Iglesia , el presbiterio, allí está el Altar, el corazón de nuestro templo en donde ofrecemos el Sacrificio único de Cristo, éste es simétrico en que se unen las dos ideas: altar y mesa.
A la derecha del presbiterio encontramos el Ambón, lugar para la proclamación de la Palabra de Dios como también para la predicación. Al lado izquierdo encontramos el Atril, lugar propio de las moniciones, dirección de la participación de la comunidad y también para dar los avisos necesarios.
El Presbiterio es un hermoso ábside que respalda, cubre y enmarca este sitio sagrado. Es una cúpula cortada en semicírculo, en cuya base , encontramos la Sede Arzobispal , con seis sillas a cada lado para los concelebrantes, significando a los doce apóstoles, a ellas se llega a través de tres gradas que simbolizan la Fe , Esperanza y Caridad.
La preeminencia del altar, como en el Calvario, nos muestra a su diestra sobre un sencillo y sobrio pedestal la imagen de María, Patrona de nuestra Catedral: La Purísima Concepción.
Capillas del Santísimo y de la Sangre de Cristo
En el costado occidental (ángulo norte), esta la capilla del Santísima Sacramento, donde un ventanal de veintiocho celosías triangulares recoge y orienta la luz hacia el Sagrario. Allí también, una gran Cruz de Luz, recortada en la pared del fondo, señala el rumbo y el credo de nuestra Iglesia Católica.
Saliendo de la capilla, en su costado occidental, encontramos los Confesionarios, quienes en el silencio de sus arcos… símbolos del arrepentimiento y la penitencia… necesarios para que brille en el hombre el sol de justicia.
En costado oeste, se nos ofrece una de las partes arquitectónicas más logradas de la Catedral Metropolitana : La Capilla de veneración de la Imagen Consagrada de la Sangre de Cristo.
Un ancho arco… propio para grandes peregrinaciones… es el pasaje de color rojo… como quien llega al ocaso que nos introduce a una perfecta cúpula, también roja, tachonada de luces como un cielo estrellado. La cúpula cubre e ilumina la mas venerada imagen del pueblo capitalino: el Señor Crucificado que sus devotos llaman con un nombre que es una de las exclamaciones de su fe: ¡ la Sangre de Cristo!
Siete gradas redondas sirven de peaña a la Cruz , símbolo de los Siete Sacramentos.
El atrio y sus alrededores
Visto desde lejos el gran templo… con su asamblea de cúpulas y alta torre erguida… luce austero, humano, con la sobriedad del nicaragüense y su religiosidad alegre. Rodeado de árboles y palmeras surge equidistante de una gran rotonda, que expresa el movimiento acelerado de la vida ciudadana, y de un volcán con su laguna… el único volcán urbano del mundo… que nos recuerda la peligrosa naturaleza que sirve de escenario a la vida del nicaragüense. Entre la agitación del mundo y la agitación de la tierra, la Catedral levanta confiada su tienda para que los peregrinos de la historia, o como reza la salve: “los desterrado hijos de Eva”, encuentren a su sombra la esperanza, alimenten su caridad y fortalezcan su fe para llegar victoriosos a la meta.